Lo bonito de comer gambas es chuparles la cabeza y a
continuación hacer lo mismo con nuestros dedos. En un restaurante fino nos
mirarían mal si hiciésemos eso, pero comer gambas y no disfrutar de este placer
es como tirar la mitad del dinero que cuestan. Desde hace algunos años, para
evitar escenas como ésta y ruidos extraños emitidos al sorber la cabeza de este
crustáceo, algunos restaurantes han optado por darte la gamba pelada y dormida
sobre una cucharita. Está bien, pero no es lo mismo. Vale, pero como estamos en
Navidad hemos refinado nuestros modales y hemos sacado del armario esas
cucharitas que el Amigo Invisible nos regaló el año pasado.
La gracia de estas gambas se la da el azafrán, pero el de
verdad. No ese colorante que convierte algunos arroces en un sarpullido de
granos con ictericia. El azafrán vale un congo. Si será caro que se le denomina
el “oro rojo” y no porque provenga de Moscú, precisamente. El azafrán es una
especia que se obtiene a partir de los estigmas de una flor. Se precisan 250
mil flores de azafrán para conseguir un kilo de “oro rojo”. Dos gramos me han
costado nueve euros. Vaya, como me oiga un poli hablando en estos términos, me
enchirona. ¡Que no, señor agente, que estoy hablando del azafrán! A lo que iba,
que una vez hechas las fotos me he apresurado a recoger esas hebras que rodean
las gambas para que no volasen a causa de una inesperada ventolera. Nueve
euros, son nueve euros.
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 | INGREDIENTES |
- 600 g de gambas peladas (dejando el extremo de la cola)
- Un sobre de azafrán (0,4 g)
- Una cebolla (de unos 150 g).
- 50 g de aceite de oliva.
- Una cucharadita de harina de maíz (Maicena).
- 1/2 taza de las de café de agua.
- 25 g de vino blanco.
- 20 g de coñac.
- Una ramita de perejil (sólo las hojas).
- Sal.
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 | PREPARACIÓN |
- Rallar la cebolla y reservar.
- Disolver la harina de maíz en media taza de agua fría y reservar.
- Poner el aceite en una sartén y cuando esté caliente rehogar
la cebolla, dando vueltas y teniendo cuidado de que no llegue a dorarse.
- Añadir la harina de maíz disuelta en el agua y el azafrán y dejar
hervir unos minutos.
- Agregar el vino y el coñac.
- Rectificar de sal, agregar las hojas de perejil y dejar
hervir unos minutos, si la salsa quedara muy espesa añadir un poco de agua.
- Saltear las gambas y servirlas bien calientes.